Algo curioso sobre los dichos populares es que según el momento en que los escuchamos, o tienen toda la razón del mundo, o nos parecen una soberana estupidez, por lo que quizás no deberiamos concederles mucha credibilidad.
Tiene mucho sentido que los males de otros nos consuelen, aunque sean personajes ficticios. Es más, en un origen, el teatro tenía la función de "purgar" el alma de los espectadores, es decir, la gente veía una tragedia griega que les impresionaba y con la que se empatizaba de tal modo que volvían pensando que sus problemas eran nimiedades. Ahora, todos simpatizamos o nos identificamos con personajes de la literatura, el arte, etc. Otros nos resultan odiosos, en fin, la ficción sirve para eso, para el público vuelque en ella sus frustraciones, sus miedos, sus deseos, sus ilusiones, para sentirnos acompañados en nuestras miserias o para creer que el deseo más imposible se puede lograr. Por unos instantes te lo crees, y te sientes bien, por eso la gente sigue leyendo libros, viendo peliculas, yendo al teatro... Aunque claro, después cierras el libro, o apagas la TV, y vuelves a la realidad, ¿o no?.
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1 comentarios:
Hola nico! wow! te juro que siempre me sorprendes osea, lo que dices, escribes, todo! mucha razon en lo que escribiste =), bueno estoy un "poco" apurada asi que te dejo! espero verte pronto! cuidate y saludos te quiero mucho primo!
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