Dando Vueltas

[...] "Los grandes dicen que todo lo hacen por el bien de uno, y mientras tanto no saben sino quitarle los gustos que tiene. Dice mi mamá que lo hacen para que uno sea feliz cuando grande; pero otras veces dice que los grandes nunca pueden ser felices y que la felicidad no dura sino mientras uno es chico. ¿Cómo se entiende, entonces?" [...]

-El Niño que enloqueció de Amor-
Eduardo Barrios

Nunca y Después

Después de todo lo que vivimos, merecía que me visitaras cuando fuiste a Santiago de Chile, querida Nicole. No te digo esto con rencor, pues sólo encuentro, en mi fatigado corazón, una sensación de ternura, de dormida calidez por ti. Pero mentiría si te dijera que no me ilusioné con la idea de verte cuando me contaste por teléfono que irías un par de semanas a Santiago, a casa de tu tio el ingeniero, donde te encontrarías con tu madre.

Yo vivía entonces con Camila, la mujer de mi vida, en un pequeño apartamento en Madrid, a pocas cuadras de la universidad. Ella hacía su maestría, yo escribía. Eran días intensos que cambiarían para siempre mi vida. Tu y yo hablábamos por teléfono los domingos en la noche. Camila aceptaba nuestra amistad, no hacía preguntas indiscretas, aunque tampoco era tu más fiel admiradora, no te perdonaba, sospecho, que, en un momento de crisis entre ella y yo, tú me aconsejarás que la dejase.

Aquella vez que te llamé agitado a LA, California y te conté los detalles de la crisis; tú me escuchaste pacientemente y, con una frialdad que me sorprendió, me dijiste déjala, haz tus maletas y ándate cuanto antes de allí.

Pero yo no te hice caso. Y cuando me reconcilié con Camila, le conté, con toda imprudencia -y por eso te pido disculpas-, que habías abogado por la rutura. Si bien tomó las cosas con calma y lo entendió como una expresión de celos de tu parte -pues creía que tú y yo seguiamos jugando vagamente con la idea de ser unos amantes erráticos, perdidos, que al final de muchas batallas volveríamos a encontrarnos-, me parece que no olvidó ese incidente, que tomó nota de que podías ser mi aliada, pero no la suya. Por lo demás, tu tampoco eras demasiado cariñosa con Camila. Nunca me preguntabas por ella.

Feliz Cumpleaños Primito!


[★ Cumpleaños Feliz ★] [★ Te deseamos a ti ★] [★ Feliz Cumpleaños Bastiaaan ★] [★ Que los cumplas Feliz ★] =)


Este chiquitito ha acaparado todas las portadas de la red, bueno, como llamé tarde a tu casita Bastian -nuestra abuelita contestó- , y tú estabas durmiendo, no me queda otra que dejarte este mensajito aquí, haciendote saber que te quiero mucho y que me has dado mucho más de lo que has recibido. Devuelves esa inocencia tan dulce a mí, eres ...como decimos con el Pipe, la "alegria con patas" de la familia =) , y de eso estoy inmensa y eternamente agradecido.

Tu espontanea y soñadora forma de ver nuestro mundo sólo puede crear en mi los más puros sentimientos y, esta vez me voy a aprovechar si de tus nuevas habilidades para leer -que me hicieron recordar que cuando estuve en tu lugar, no paraba de leer todo lo que pasaba por mis manos- para poder desearte que este septimo año que ya llevas sobre la faz de esta tierra, sea de prosperidad y llena de nuevas sorpresitas para ti, mi amigo pequeño, primito más que querido, y parte del trio de primos hombres de "este lado del oeste". Te deseo con todos mis mejores deseos un:

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!! =D

De tu primo que te adora y te quiere mucho

Nico.
=)



[★ Feliz, feliz en tu día ★] [★ Bastiancito que Dios te bendiga ★] [★ que reine la paz en tu vida ★] [★ ¡y que cumplas mucho más! ★]


Llamada

Querida Nicole:

Ayer, después de tanto tiempo sin hablarnos, te llame a tu casa en Los Angeles. Estaba nervioso. No sabía bien que decirte. Pensé: ojalá me conteste la maquina. Así fue. Escuché tu voz, tu perfecto ingles: Hi this is 642-5121, if you want to leave a message either for Nicole or Eric, please speak after the tone. No sé si me alegró saber que sigues con Eric. Supongo que si. A pesar de que no lo conozco, le tengo simpatía. En realidad, lo vi una vez, hace años, en Austin, una mañana en que tú y yo caminábamos felices y un chico más bien bajito, de pelo castaño, te pasó la voz y te saludó desde lejos, con una cierta (encantadora) timidez, como respetando nuestra complicidad, y tú le sonreiste y le dijiste algo de paso, y creo quedaron en verse pronto.

Tú estabas decepcionada de un pintor muy guapo, profesor de la universidad, que prometió llamarte y no cumplió. Ya te habias desencantado de Vicent. Estabas sola. Necesitabas un hombre, la ilusión del amor. No sospeché siquiera vagamente que ese chico tímido, cuyo rostro no alcanzo a recordar, se convertiría en tu hombre. Es bueno saber que siguen juntos. Por la mañana suave y distantecomo te saludó, me quedé con un bonito recuerdo de Eric.

Traté de hablarle a tu contestador con una voz cálida: Hola Nicole. Soy Daniel. Es Domingo, son las cuatro de la tarde, te estoy llamando desde mi casa en Santiago de Chile. Conseguí tu telefono en información. Espero que no te moleste esta llamada. Te llamo porque voy a ir a Los Angeles en dos semanas y me encantaría verte. Si te provoca que nos veamos, llámame a mi casa al 5602 273 5476. Me encantaría saber de ti. Si no, te mando un abrazo, espero que estés muy bien, te recuerdo siempre con mucho cariño. Chau, chau. Me sentí bien de haberte llamado.

No dudo que habrás notado mis nervios, mi inseguridad. Odiaría que hayas pensado: Otra vez el pesado de Daniel entrometiéndose en mi vida, para luego escribir sobre mi. Te llamé simplemente porque te extraño. Y no me atrevo a decirte que nunca más escribiré sobre ti. Quizás siempre escriba un poquito de ti, sobre ti, pensando en ti. Es lo que estoy haciendo ahora.Es una manera de decirte que, aunque no me llames y no me hables más, siempre te voy a querer.

Esta mañana me levante a las diez -tú sabes que soy un dormilón y que adoro levantarme tarde y sin prisa-, bajé a la cocina y vi apenado que el teléfono no había grabado ningún mensaje. Todavía no me has llamado. Sé que no me llamarás. Por eso me he sentado a escribirte esta carta.

Recuerdo bien la ultima vez que nos vimos. Fue aquí en Santiago, hace ya un par de años. Pasé pro el departamento de tu madre, a pocas cuadras del hotel donde estaba alojado y, muerto de miedo como te imaginarás, porque no quería cruzarme con tu madre, que debe estar furiosa conmigo por los libros que he publicado, toqué el timbre y, al oir la voz amable de la empleada, me animé a preguntar por Belen, tu hermana, que no sabía si seguía en LA o había vuelto a Santiago.